Cuando uno fracasa, lo primero que hace es tratar de esconder este
suceso a toda costa.
“Que nadie se entere”, “mejor me alejo un poco de todos para
que pase esto y nadie lo sepa”, “lo bueno fue que casi nadie se enteró”… Éstas
son algunas cosas que pensamos respecto al mal momento que pasamos.
La buena noticia es que todos, en algún momento, hemos
saboreado, sí, saboreado –porque el fracaso sabe a vergüenza, a frustración, a
dolor, a desesperanza- el fracaso, y la excelente noticia (porque no hay malas)
es que algunos tenemos maestría en esto.
¿Que está mal? ¿Que estoy loca por llamarle maestría? No, no
me malinterpreten… les comparto mi visión: dicen que tras la tormenta, llega la
calma, ¿no? Y que cuando más oscuro está, es porque va a amanecer, ¿cierto?
Pues la novedad es que quien tiene una maestría en fracasos
está por comenzar un doctorado en triunfos.
Quien se ha animado a fracasar, no una, sino cientos de
veces, está más próximo a saborear, sí, saborear el éxito, porque de tantas
veces caer, ya sabe cuál es la mejor manera de levantarse.
¡Vaya, ya se ha perdido el miedo al ridículo! Y lo mejor,
cuando no nos importa, dejamos que la gente se entere, y qué logramos: que nos
respeten, porque nosotros hacemos algo que la mayoría no intenta: nos
arriesgamos. Creemos en algo y vamos por ello. No importa las consecuencias.
Yo estoy convencida que eso es vivir, eso es ser fiel a uno
mismo… y que el éxito, más allá de conseguir el bien material que deseamos,
está en que somos unos luchadores, unos perfeccionistas del fracaso, que, en
realidad, no es otra cosa más que un triunfo…. Sí, triunfos porque no nos
defraudamos, porque no nos quedamos detrás de un escritorio, una puerta, un
“quiero hacerlo, pero…”, no, nos decidimos y decimos: ‘Ok, lo haré’. En ese
momento, antes de que las cosas no salgan como planeamos, ¿a poco no nos
sentimos vencedores, conquistadores, por tan sólo intentar? Hay muchas personas
que no saborean el triunfo ni siquiera en esos momentos, porque son cobardes,
porque todo los detiene.
Yo he fracasado, y mucho, pero hoy puedo decir que desde
hace tiempo he comenzado mi doctorado en triunfos, porque no sólo he conseguido
metas, gracias a mi valentía y confianza en mí, sino que también mi percepción
es otra: soy una vencedora por el sólo hecho de no tener miedo al cambio, a
intentar, a serme fiel a mí misma.
Un amigo psicólogo siempre me dice “el hecho es uno, cómo lo
veamos es una decisión de cada uno”. En otras palabras, el fracaso es el hecho,
cómo nos plantamos ante éste, es nuestra decisión.
Así que no se asusten de decir que tienen maestría en fracasos,
pues pronto empezarán el doctorado en éxitos. ¡Venga, a sacar un 10!